Dios no puede soportar que se le ofrezca un supuestamente
excelente sacrificio (legalmente hablando), con el fin de disimular un corazón
malo.
Versículo: Isaías 1:16-17
1:16 ¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras
malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! 1:17 ¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al
opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!
El profeta Isaías me recuerda que el Dios que nunca se
cansa puede llegar a cansarse. ¿Una contradicción? No. Dios nunca «se cansa»
físicamente (Isaías 40.28), pero puede «cansarse» moralmente (Isaías 1.14).
Nada puede agotar la energía del Todopoderoso, pero mi entrega superficial o
parcial puede llevarlo a exclamar: «hastiado estoy» (1.11); «no deseo»
(versículo 11); «¡no puedo soportar[los]!» (versículo 13); «me son una carga»
(versículo 14).Si tratamos a Dios como una dependencia innecesaria, nuestras
oraciones se convertirán en tiempo desperdiciado. ¡Palabras fuertes! Pero no
más fuertes que los sentimientos de Dios hacia cualquier hipocresía que él
encuentre en mí. Él no puede soportar que se le ofrezca un supuestamente
excelente sacrificio (legalmente hablando), con el fin de disimular un corazón
malo (espiritualmente hablando).
Tampoco puede soportar la tensión creada entre
una profesión clara de fe y compromiso, seguido por una vida mediocre. El
«cansancio» de Dios es su disgusto, su indignación ante la manera fría y
superficial en que le presento mis ofrendas. Él nunca se cansa de recibir a
pecadores contritos, pero se cansa rápidamente de mi cristianismo «mecánico» y
sin amor.
Cansar a Dios es asunto serio; puede significar la muerte de mi vida de oración.
«Aunque multipliquéis las oraciones, yo no escucharé.» (Isaías 1.15) Dios
rehúsa formar parte de nuestro juego. Si jugamos con él y lo tratamos como una
dependencia innecesaria, romperá sus líneas de comunicación con nosotros y
nuestras oraciones se convertirán en tiempo desperdiciado.
Por lo tanto, al ser frío y superficial, inconscientemente puedo provocar el
aborto de muchas bendiciones que Dios había planeado darme. No puedo
arriesgarme a estar sin sus bendiciones; por lo tanto, no debo ofrecerle un
amor mediocre o una devoción defectuosa. Él anhela una ofrenda de tipo
«voluntario»: «Te ofreceré sacrificios voluntarios. Daré gracias a tu nombre,
oh Jehová, porque es bueno.» (Salmo 54.6)
Tomado de Celebrando a
diario con el Rey, de W. Glyn Evans
0 comentarios:
Publicar un comentario